Escribe, que te leo
… deja que te lea, oliendo segmentos limitados en cadena. Asomar por la azotea de la memoria, los símbolos que buscan una ventana al mundo y sus problemas. Esos signos gráficos de un sistema de apariencia retorcido o recto pero auténtico. Y que reproducen de la vida momentos y secuencias.
Cuenta historias, leyendas o poemas aunque predominen metáforas o morfemas… y si prefieres, te lo inventas.
Algo como una cordillera o un tren cremallera, donde de cima a cima, de estación en estación o sin ella, se va leyendo lo que confunde, consuela o pelea. Pero escribe, aunque solo sean cuatro letras.
… deja que te lea, oliendo segmentos limitados en cadena. Asomar por la azotea de la memoria, los símbolos que buscan una ventana al mundo y sus problemas. Esos signos gráficos de un sistema de apariencia retorcido o recto pero auténtico. Y que reproducen de la vida momentos y secuencias.
Cuenta historias, leyendas o poemas aunque predominen metáforas o morfemas… y si prefieres, te lo inventas.
Algo como una cordillera o un tren cremallera, donde de cima a cima, de estación en estación o sin ella, se va leyendo lo que confunde, consuela o pelea. Pero escribe, aunque solo sean cuatro letras.
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