No llores porque se fue agosto, porque se irá septiembre. No llores porque llueve y dando la vuelta a la manzana comerás turrones.
Termina septiembre, y amenazan cambios, diseños y directrices, oleadas de papeles formando para más inri toneladas de palabras que al fin y a la postre no sirven, probablemente serán equivocaciones.
No llores porque unos se van, porque hay otros que vienen y te harán llorar de risa con agua, nubes, sol y aire.
No llores, porque se pone el ojo blando, y Dalí ya no los firma.
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