jueves, 24 de septiembre de 2020

¡ Ay Manolete !

Don Quijote de la Mancha ha de ser con su estirada punta de lanza, un admirador de aire, a caballo muchas veces, lento a pie. 
Trocador de nubes vacías, un barbero sin cuchilla. 
Nacido parte en Sevilla y parte en prisión.. y del Cervantes libre inventor de historias. 

Besador atleta en salto de pértiga, trotador de espanto y lanzador de jabalina. 
Agota sin precedentes al compañero Sancho, al campo y molinos.. Enamorado más de una gresca que de Dulcinea. Consumidor de heridas y magullado en sendas y ruta más que de tragos de vino en taberna. 

Levantador no de pesas, sino de ánimo, en pico y pala un oficio para campo de batallas. Arrogancia, una palabra mal sumada a sorbos de ignorancia.


Resultado de aventuras y propaganda Quijotesca...  que el cielo no lo tenga en cuenta y a bien tenga perdonar. 


- Con tamaña armadura, complicado lo tiene Señor. Más vale maña que fuerza, si carece de alas échese a cabalgar. Entremos en la primera taberna que allí algún plato de garbanzos y vaca nos han de dar. 

Le dice Sancho, mirando como sale tal pregunta de su bocamanga, y esperando que su amo no vaya a enfadar.
Posteriormente .. entró en comunicación una Herradura de Rocinante que irradiaba dolor en una de sus patas:

- No se quite mi amo, por Dios, la mascarilla... por lo que más quiera, no quiero ver como cae al suelo la cara, clavada cual espada, que el suelo no tiene culpa... por esas ganas de batalla no le de yo sin querer coz por sobresalto. 

Un Alonso Quijano en nuestros días... sería juzgado por marrullero, machista, violento y maltratador animal... Una especie a descatalogar como humano. Y declarado en rebeldía por quitarse de la cara la mascarilla.


«desfacedor de agravios, enderezador de entuertos, el amparo de las doncellas, el asombro de los gigantes y el vencedor de las batallas» 


 «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres» (y a las mujeres).


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