En la oscuridad se divisan luces intermitentes, poéticamente titilantes, formando un campo visual mágico de ensoñación. Pero cuándo amanece desaparece el encantamiento, ese hechizo es un efecto ante nuestros ojos de arte y prestidigitación.
El gusiluz de bebés, luciérnaga de niños grandes, uno de los placeres del sueño y descanso, se convierte cuándo el día abre los ojos en un bicho poco atractivo, más bien desagradable, con una capacidad nocturna de reacciones químicas.
Preferible un cielo despejado con estrellas lejanas y por el día que no se dejen ver, no sea qué....
Serie; Bichos y Luces de bolsillo
Y peor en zonas abisales .
ResponderEliminarQue no falte una linterna potente o una bola de cristal 🤣🤣