Dijo la cebolla al ajo,
acompáñame siempre,
majo.
Tan sano es el trabajo como la sopa de ajo.
Quien se pica ajos come.
No me llamen Charo, llámenme Aurelia
cuándo llamen a manifestación
no sea de trabuco y guerra,
unos gritos, burla, sacar la lengua.
Si mi abuela levantara la cabeza
asustada preguntaría:
¿Qué ocurrió?,
¿Hubo fuego? ¿hubo sangre?
¿se pasó la enfermera con el desinfectante?
En el hospital no quedan apósitos y vendas,
las operaciones llegan sin anestesia.



Por una Navidad disruptiva, guirnaldas de ajo y cebolla...
ResponderEliminarY también se pueden prender del arbolito.