lunes, 16 de febrero de 2009

La ratita fashion

.




.


Era su tía, quien cada día lo esperaba a la salida del colegio. Su tía, quien era paciente, la que todo le perdonaba, pues era su ojito derecho. El por supuesto lo sabía y sacaba de ello el mejor partido. Al salir de clase, le preguntaba, como le había ido el día y sobre su comportamiento. Que si había permanecido atento y que nuevos conceptos le llamaban la atención. Siempre le contestaba para comenzar la conversación, lo mismo. Que el recreo había sido un campo de boxeo, una jauría de niños peleando y el era el campeón. Le explicaba con detalle cada golpe y como había acontecido la situación. Su tía lo miraba con ojos algo tristes, como el que difícil ve remedio a ese carácter silvestre que insiste. Entonces caminaban despacio, de la mano, ella escuchaba cada una de sus palabras y pensando que no veía llegar el día, que a las doce de la mañana, abrazándolo como siempre, él le dijera: tía, hoy no he peleado, solo jugado al fútbol en la hora del recreo. La profesora me ha felicitado y regalado un caramelo. Ella continuo escuchando y al terminar la descripción de los recreos ajetreados, le dijo, ahora a comer y mientras lo haces, te contaré un cuento.




La ratita fashion
Le contaba cuentos, para que comiendo se estuviera quieto. “ La ratita fashion “ Era una ratita esta, muy presumida, moderna, fumaba cuando salía al bosque. Los cigarros sin apagar tiraba. Los bomberos acudían para sofocar el fuego. Y después ella se quejaba de que había un incendio. Tan fashion era, que cuando limpiaba su casita, dejaba la puerta y la ventana abierta. Cuando pasaban los ratones verdes, el domingo por la mañana, respirando la olorcilla de árboles, plantas y florecitas, la veían ajetreada, limpiando su linda casita. Ella, la muy ladina, haciéndose la despistada, dejaba que se le subiera la falda. Así, sofocada, al descubierto el muslamen, de su cuerpo, asomaban las piernas por la falda con alegres movimientos. Que movía al compás del enorme lazo de su pelo. Y cantaba así : La- lara-larita- limpio mi casita…. Y seguía cantando mientras con un plumero adecentaba ventanas y suelo. ¡ Claro ¡ al oír aquella hermosa canción, los cánticos del adecentamiento de su casa, todo ratón se asomaba. Y cuando le preguntaban si quería ser amada, ella lógicamente protestaba.. Ponía el grito en el cielo, y a un superior ser, se encomendaba. Entonces las vecinas, que bien la conocían, por ser toda una santa, le daban un consejo, que si no le gustaba que ratón alguno se acercara por su casa, cerrara la puerta y ventana cuando limpiaba. Para que ningún ratón la acosara. La ratita a partir de ese día cambio su hábito alocado, de limpiar alegremente con el cuerpo sudado.
Colorín colorado…



.

1 comentario:

  1. Vaya vaya con la ratita. Y donde queda aquello de dormir y callar?
    O no era así el cuento?.
    Claro con esa tía contando esos cuentos no me extraña lo del sobrino jejeje.
    Un besote MUACKSSSSS

    ResponderEliminar