martes, 17 de marzo de 2020

San Virus









Miradas y ventanas, salud y medidas, y los hijos del corona virus.

Nos sobra el mando. Es un gusto levantarse del sofá a cambiar cadenas manualmente, si se dejan los televisores. Hacer meriendas especiales en fin de semana. Retomar el teléfono para largas conversaciones. Patear el pasillo de casa, descubrir en la pared algunas imperfecciones. Cambiar un mueble de lugar. Tirar papeles, echarle una mirada al álbum con todos sus recuerdos. Recordar anécdotas , sondear en la memoria. Escuchar música de antes, buscar las de ahora.

Vivir, vivir por un tiempo desinfectados, rodeados y envueltos en plástico para no contagiar y contagiarnos. Plástico y alejamiento es el plan de cada día.

El momento balcón es digno de estudio. Las ocho de la tarde y un sonido de aplausos rompe el ya habitual silencio del ambiente en la calle.
Es uno de esos extraños actos que nos sorprende, interrumpiendo historias intimas, personales en nuestros hogares.

Dicen que es por homenajear al personal sanitario. Pero se está convirtiendo en un despertador para los encerrados. La sensación de desfogarse. La orden es sacar los nervios y los miedos, el estrés a la calle para relajarse. Para que sea el encierro más leve.

Un pataleo, rebeldía transformada en disciplina, el hacer algo todos juntos y al mismo tiempo sintiendo fortaleza.

Ciertamente, ha sido lo único capaz de acallar las calles de manifestaciones, protestas, reivindicaciones y no ha sido la policía, ni un ejercito, ha sido un simple virus tan insignificante, pequeño, simple y rebotado pero capaz de arrollar y parar el mundo en cuestión de días, semanas.... Un ejercito no hubiera surtido tanto efecto como ese bicho, parásito, lo que sea.. que sin estar vivo ni muerto, aplasta, perjudica poniéndonos contra las cuerdas.

No hay nada mas triste que una calle vacía.
Añoranza de ese café de plaza, hablar mirando a la cara, sin la barrera física de un cristal de una pantalla, de un auricular.
En resumidas cuentas el gusto por ampliar el campo de movimiento con absoluta libertad. Salir del circuito, de casa al trabajo y del trabajo a casa. El confinamiento y aislamiento dentro de paredes guardianas.
La sensación de falta de libertad no es nada buena, de no ser uno mismo quien y cuándo lo decida.
Ahora apreciaremos mucho más las cosas que tenemos/teníamos, y también ayudara a que se rebajen humos.

Por cierto son muy recomendables los humidifacadores de aceite como el de romero y eucalipto, tienen un puntito relajante, entre sus efectos cabe el dejar de morderse el codo.

Seguiremos atentos a todo aquello que se averigua sobre el virus, la esperanza de que las investigaciones hallen cuanto antes el arma para su extermino.

Mucha vida en casa, es lo que nos espera, semanas, y eso... trae sus consecuencias.
Algún hijo del coronavirus visitará unas cuantas casas dentro de un tiempo.














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