sábado, 17 de febrero de 2018

Historias en parques y jardines









En el  pulmón de la ciudad hay un lugar donde multitud de paseantes se aproxima y aleja sin reparar y prestar atención a los cambios y detalles. Algunos se quedan, cómo los niños..  acompañados de sus cuidadores, revoloteando sin ordenes ni dictado, mordiendo bocadillos que saben a risas,  juegos con piedrecillas pegadas al pan de algún  tropiezo, empujón y caída. Prueban a ser ellos mismos aprendiendo  al tiempo  competitividad y compañerismo. 
Difícil combinación  a la que llegan poco a poco, y un don en el que algunos se hacen expertos.
  ¡¡ Preparándose para el futuro !!  - comentan cuidadores y jubilados con una sonrisa sabedora y experta -,  observando pensativos sus caritas de inocencia. 

Siguen sus cuidadores y los jubilados que andan sentados en bancos cercanos disfrutando del buen tiempo e intercambiando conversaciones, amenas historias que fueron y son parte de sus vidas sin duda interesantes.

El parque y su  esplendoroso jardín cambia de tonos según declina la luz.  Van desapareciendo sus invitados... los últimos, algunos  jóvenes rezagados jugando  con sus móviles y a la espera de cazar algún pokemón despistado, con efectos mofa, y espejitos mágicos.

Las  húmedas partículas se han ido formando haciéndose evidentes sobre las plantas y sus hojas, que excitadas exudan aromas embriagantes. 
Sigilosamente aparece el silencio, como si  hubiera pasado un ángel queriendo separar la tarde de la noche.
Un par de enamorados se adentra en la zona  retirada y  más frondosa, apartados de miradas ajenas y buscando un rincón aislado del mundo.  
Cantan las ranas hospedadas en el estanque, y las farolas bajan de intensidad para no molestar con su deslumbrante lenguaje.



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